Y se podría concluir que los abrazos refuerzan el sistema inmunitario. Pero eso no es del todo cierto. El mecanismo en este caso es más o menos el mismo que con el estrés (y el estudio fue realizado por los mismos científicos). A veces, el sistema inmunitario reacciona de forma excesiva, inadecuada a la amenaza. Y esto puede perjudicar al organismo más que la propia enfermedad. La sensación de seguridad que proporcionan los abrazos (debido a la liberación de oxitocina y a la disminución de los niveles de cortisol) ayuda al sistema inmunitario a responder de forma más adecuada.
Otros científicos han estudiado cómo afectan los abrazos a la inflamación del organismo. La inflamación es la respuesta del sistema inmunitario a la enfermedad, por lo que su ausencia indica un cuerpo más sano. Y los que abrazaban más mostraban un mejor resultado en comparación con sus compañeros menos táctiles.
También hay pruebas de que los abrazos ayudan a bajar la tensión arterial. No se recetarán en lugar de medicamentos, pero si abrazas con regularidad, puedes contribuir en cierta medida a la salud de tu corazón.
3- Ayuda a crear vínculos más fuertes
Se trata de la misma oxitocina, por supuesto, que a veces se denomina la hormona del apego. Los abrazos estimulan su producción. Y esto, a su vez, ayuda a formar relaciones más confiadas y relajadas. Al menos, las personas que están en ellas empiezan a sentirlo así, porque no se puede crear confianza sólo con el contacto táctil.